Mayor facilidad de recuperación.

En aquellos supuestos en los que una persona ha pasado de ser independiente a dependiente por la causa que fuere: Ictus, derrame, trombo,… pero cuya dependencia es reversible, por lo menos en parte, la recuperación es infinitamente mayor cuando se mantiene su entorno y cuando una persona se dedica en cuerpo y alma a ella, provocándole y motivándole para conseguir mejor y más rápida recuperación.

Aumento de la esperanza de vida.

Es muy habitual utilizar el término “se va a morir de pena”. Este término refleja fielmente el proceso interno que sufre una persona dependiente física o mentalmente cuando es obligada a trasladarse y es ingresada en una residencia (no así el que lo hace de motu propio). En muchas ocasiones las personas se sienten solas, abandonadas,… y pierden la razón de la vida, o lo que es lo mismo: la voluntad de vivir. Por este hecho, entre otros factores, la esperanza de vida se alarga sustancialmente cuando una persona es atendida y cuidada en su propio domicilio.

Todos estos beneficios son valores que se añaden de un buen cuidado de mayores. Estas ventajas son las que marcan la diferencia con respecto a otro tipo de servicios como son el ingreso de personas mayores en residencias. Este tipo de servicios en estos centros lógicamente son mucho menos personalizados y no generan los mismos vínculos de familiaridad, cercanía y confianza. Esto tiene una lógica y es que ese tipo de negocios buscan maximizar beneficios para un nivel de satisfacción de los clientes muy limitado. 
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